Infantil
En un rincón mágico del mundo, existía un lugar llamado Coloria, donde todos los seres y objetos tenían colores vibrantes y únicos. Los habitantes de Coloria eran criaturas amigables llamadas Colorines, y cada Colorín tenía un color especial que lo representaba. Había Colorines rojos, verdes, azules, amarillos, y de todos los colores imaginables. Vivían en paz y armonía, creando un arco iris viviente en su hermoso mundo.
Entre los Colorines, había dos amigos inseparables: Rubí, un Colorín rojo brillante, y Zafiro, un Colorín azul profundo. Rubí y Zafiro hacían todo juntos: jugaban, exploraban y aprendían sobre el mundo de Coloria. Eran un dúo dinámico y su amistad era conocida en todo el reino.
Un día, mientras jugaban en el prado de flores multicolores, Rubí y Zafiro notaron a alguien nuevo. Era una Colorín llamada Topacio, y lo que la hacía especial era su color. Topacio era un hermoso naranja, una mezcla perfecta de rojo y amarillo. Aunque era amable y sonriente, algunos Colorines no sabían cómo reaccionar ante su color único.
Rubí y Zafiro decidieron acercarse a Topacio. —¡Hola! —saludó Rubí con entusiasmo. —Somos Rubí y Zafiro. ¿Quieres jugar con nosotros?
Topacio sonrió y asintió. —¡Me encantaría! —respondió con alegría.
Al principio, los otros Colorines estaban sorprendidos de ver a Topacio jugando con Rubí y Zafiro. Algunos se preguntaban por qué su color era diferente, y murmuraban entre ellos. Esta situación hizo que Topacio se sintiera un poco incómoda y triste.
Rubí y Zafiro notaron la tristeza de su nueva amiga y decidieron que era hora de hacer algo para que todos entendieran que el color de Topacio no era algo extraño, sino algo maravilloso. Juntos, idearon un plan para organizar una gran fiesta de colores en la plaza central de Coloria.
La noticia de la fiesta de colores se extendió rápidamente. Todos los Colorines estaban emocionados y curiosos por lo que Rubí y Zafiro estaban planeando. Prepararon decoraciones, comida y juegos, todos basados en la diversidad de colores que existía en Coloria.
El día de la fiesta, el cielo estaba despejado y el sol brillaba intensamente. Los Colorines comenzaron a llegar, llenos de entusiasmo y expectativa. Rubí y Zafiro dieron la bienvenida a todos y explicaron el propósito de la fiesta.
—Hoy celebramos los colores de todos nosotros —dijo Zafiro, tomando la mano de Topacio. —Queremos mostrar que cada color es hermoso y especial a su manera.
Topacio se sintió conmovida por el gesto de sus amigos y decidió hablar. —Gracias, Rubí y Zafiro. Soy Topacio, y mi color es una mezcla de rojo y amarillo. Mi color representa la unión de dos colores diferentes, y me hace sentir única. Espero que todos puedan ver la belleza en la diversidad de colores.
Los Colorines escucharon con atención y comenzaron a comprender el mensaje. Se dieron cuenta de que, aunque los colores de cada uno eran diferentes, juntos formaban un mundo más hermoso y vibrante. Empezaron a ver a Topacio no como alguien diferente, sino como alguien que enriquecía su comunidad.
La fiesta continuó con juegos y actividades que celebraban la diversidad. Jugaron a mezclar colores en grandes lienzos, creando nuevas y sorprendentes combinaciones. Los Colorines pintaron murales, bailaron y compartieron historias sobre lo que sus colores significaban para ellos.
Al atardecer, todos los Colorines se reunieron en la plaza central, donde Rubí y Zafiro habían preparado una sorpresa especial. Con la ayuda de algunas hadas del color, crearon un arco iris gigante en el cielo, uniendo todos los colores de Coloria en una obra maestra deslumbrante.
—Este arco iris es un símbolo de nuestra amistad y diversidad —dijo Rubí emocionado. —Cada uno de nosotros es único, pero juntos somos más fuertes y hermosos.
Desde ese día, los Colorines de Coloria vivieron con una nueva apreciación por la diversidad. Aprendieron que cada color, sin importar cuán diferente o inusual, era parte de la rica tapicería de su mundo. Topacio ya no se sentía sola ni diferente; se sentía aceptada y querida por todos.
Rubí y Zafiro siguieron siendo amigos inseparables de Topacio, y juntos exploraron nuevas aventuras y descubrimientos en el maravilloso mundo de Coloria. La amistad entre ellos y la aceptación de la diversidad se convirtieron en los pilares de su comunidad, haciendo de Coloria un lugar aún más mágico y especial.
Y así, en el colorido mundo de Coloria, la belleza de la amistad y la diversidad brilló por siempre, enseñando a todos que cada color, cada ser, es una pieza invaluable del gran mosaico de la vida.

