El verano seguía avanzando, y con él, la vida de Olivia comenzaba a recuperar su ritmo. Las tardes en la casa de campo se llenaban de música y recuerdos, y la presencia constante de la mariposa monarca le daba un consuelo inesperado. Sin embargo, un sentimiento de inquietud permanecía en el fondo de su mente. ¿Era suficiente volver a tocar el piano solo para ella misma? ¿Debería intentar regresar a la ciudad y enfrentarse al mundo sin Samuel?
Una tarde, mientras Olivia estaba en el jardín cuidando de las flores, escuchó el sonido de un coche acercándose por el camino de grava. Se levantó, limpiándose las manos en su delantal, y se dirigió hacia la entrada para recibir al visitante.
—Marcus, ¿qué haces aquí? —preguntó Olivia, sonriendo mientras él salía del coche.
—No podía quedarme tranquilo en la ciudad con esta noticia en mi pecho —respondió Marcus, acercándose a ella —. Te tengo noticias nuevas.
Olivia se puso algo inquieta por las novedades, aunque no podía ocultar su interés.
—La disquera, quiere que volvamos a la música, te quieren de vuelta —dijo Marcus—. Tus fans, tu música, tu vida te espera.
—No se que decir —dijo Olivia—. Vamos adentro, hace demasiado calor aquí fuera y necesito procesar esta noticia.
Una vez dentro, se sentaron en la cocina con una copa de vino cada uno. Marcus observó a Olivia mientras ella hablaba de los progresos que había hecho con las composiciones de su abuela y de cómo la mariposa monarca seguía visitándola.
—Es como si la mariposa fuera un símbolo —dijo Olivia—. Un recordatorio de que no estoy sola y de que la música puede sanar.
—La música siempre ha tenido ese poder, Olivia —respondió Marcus, asintiendo—. Pero creo que es hora de que compartas ese don con el mundo nuevamente. La banda te necesita, y tú necesitas a la banda.
Olivia miró a su amigo, dudando. La idea de regresar a la ciudad y retomar su carrera musical la llenaba de miedo, pero también de esperanza. Sabía que Samuel no querría que ella se escondiera para siempre en la casa de campo.
—No estoy segura de estar lista, Marcus —dijo Olivia, susurrando—. Cada vez que pienso en subir al escenario, me siento paralizada por el miedo y la tristeza.
Marcus tomó la mano de Olivia y la apretó suavemente.
—Lo sé, pero no tienes que hacerlo sola. Todos nosotros estamos aquí para apoyarte. Samuel estaría tan orgulloso de ti, y sabes que siempre estará contigo en espíritu.
Olivia asintió, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. La presencia de Marcus y sus palabras de aliento le dieron el valor que necesitaba.
—Quizás tengas razón. Tal vez sea el momento de volver —dijo Olivia, secándose las lágrimas—. Pero necesito un poco más de tiempo para prepararme.
—Tómate el tiempo que necesites —respondió Marcus—. Mientras tanto, podemos empezar con algo pequeño. ¿Qué te parece un concierto íntimo aquí en el pueblo?
La idea resonó con Olivia. Un pequeño concierto en un entorno familiar podría ser el primer paso perfecto.
—Me parece una buena idea. Podemos hacerlo aquí, en la casa de campo. Sería un homenaje a mi abuela y a Samuel —dijo Olivia, sintiendo una nueva determinación crecer dentro de ella.
Esa noche, Olivia y Marcus empezaron a planificar el concierto. Decidieron que sería una velada íntima, con canciones que Olivia había compuesto junto a Samuel y algunas de las melodías de su abuela. Marcus llamó a los otros miembros de la banda, que se mostraron entusiasmados por la idea de reunirse y tocar de nuevo con Olivia.
Los días siguientes estuvieron llenos de preparativos. Olivia pasó horas ensayando al piano, perfeccionando las canciones y asegurándose de que cada nota transmitiera el amor y la emoción que sentía. Marcus se encargó de los arreglos logísticos, organizando todo lo necesario para que el evento fuera un éxito.
Finalmente, la noche del concierto llegó. El pórtico de la casa de campo estaba decorado con luces suaves y flores frescas. Los amigos cercanos y los miembros de la banda se reunieron, creando un ambiente cálido y acogedor. La mariposa monarca, fiel a su costumbre, apareció y se posó en una de las lámparas, como si estuviera lista para presenciar el evento.
Olivia se sentó al piano, respirando profundamente antes de comenzar. Miró a la audiencia y sonrió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. Marcus estaba a su lado, con su guitarra, listo para acompañarla.
—Gracias a todos por estar aquí esta noche —dijo Olivia, su voz temblando ligeramente—. Esta velada es para recordar a mi abuela y a Samuel, quienes siempre estarán en nuestros corazones. La música es nuestra forma de mantener sus recuerdos vivos y esta velada es mi primer paso para volver al camino que compartía con Samuel y que ahora deberé caminar sin él, ¡gracias por venir hasta aquí por mi, por él, por nosotros!
Comenzó a tocar la primera canción, una melodía suave y melancólica que había compuesto junto a Samuel. Las notas llenaron el aire del lugar, y Olivia sintió una conexión profunda con cada una de ellas. La música fluyó de manera natural, y con cada acorde, su confianza creció.
La audiencia estaba conmovida, y al final de la canción, estallaron en aplausos. Olivia sonrió, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado en mucho tiempo. Continuaron con más canciones, cada una contando una historia de amor, pérdida y esperanza.
Cuando llegó el momento de la última canción, Olivia miró a Marcus y luego a la mariposa monarca, que seguía posada cerca de ella. Se sintió llena de gratitud y determinación.
—Esta última canción es una composición de mi abuela, una melodía inacabada que he tenido el honor de completar —dijo Olivia—. Espero que les llegue al corazón como me ha llegado a mí, se titula: «La felicidad es na mariposa».
Comenzó a tocar, y la música llenó el aire con una belleza etérea. Olivia cerró los ojos y dejó que las notas la llevaran, sintiendo que Samuel y su abuela estaban allí, acompañándola. La mariposa monarca revoloteó suavemente a su alrededor, como si estuviera bailando al ritmo de la música.
Al terminar la canción, los aplausos fueron ensordecedores. Olivia se levantó y se inclinó para agradecer al público, quienes estaban envueltos en un aura de felicidad pero lagrimas en los ojos por la belleza de la canción escuchada. Olivia sabía que había encontrado su camino de regreso a la música, y que, con el apoyo de sus amigos y el amor eterno de Samuel, podía enfrentar cualquier desafío.
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