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Elías no había dormido en dos días. La luz azul de la pantalla ardía en sus ojos, pero no apartaba la vista.
Allí estaba: el archivo final. PAC_001_FINAL.mp4, bloqueado por un sistema rudimentario de autenticación. Tres preguntas titilaban:

¿QUIÉN diseñó el sistema?
¿QUIÉN decidió usarlo?
¿QUIÉN fue su primera víctima?

Recordó cada pista, cada nota codificada, cada rostro borrado.
Había cruzado torres, esquivado trampas, seguido a la sombra de su amigo Martín.

Ahora, estaba en el centro del tablero.

La verdad detrás del experimento

Todo empezó como un proyecto académico.

El documento lo decía claro: “Protocolo de Observación Autónoma y Evaluación de Riesgo Escolar”. Un nombre largo para disfrazar lo real: un experimento de vigilancia psicológica en adolescentes.

Rubén Esquivel, entonces psicólogo y vicerrector de investigación, lo propuso tras una ola de incidentes violentos en la universidad. Su argumento: “Si logramos anticipar el comportamiento disruptivo, podremos prevenir tragedias.

Pero no se trataba solo de medir estrés o ansiedad.
El sistema buscaba observar, clasificar y ajustar la conducta de estudiantes en tiempo real, a través de estímulos, escenarios manipulados y seguimiento invisible.

El experimento usaba técnicas de gamificación: pistas, acertijos, “errores controlados” que forzaban a los sujetos a actuar bajo presión.

Y lo más siniestro: ellos no sabían que estaban dentro de un experimento.

El rol de Nadia

Nadia Esquivel —hija de Rubén, brillante estudiante de física y programación— fue la encargada de ejecutar el programa en secreto.
Convirtió el sistema en una red viva: instaló cámaras, codificó los movimientos, organizó desapariciones simuladas, usó asistentes y vigilantes. Todo sin contacto directo.

Ella lo llamaba el tablero.

En uno de los documentos hallados por Elías, un correo decía:

“Cada pieza reacciona diferente al miedo. Solo hay que empujar con suficiente precisión. Si se quiebran, eran peligrosos. Si sobreviven, los podemos usar.”

Martín: el error

Martín Cuevas, amigo de Elías, descubrió el sistema por accidente. Intentó alertar a otros. Envió cartas, intervino tableros, dejó pistas cifradas. Pero el sistema lo marcó como “Variable no controlada”.

Lo desaparecieron.

No lo mataron. Solo lo aislaron, le quitaron toda credibilidad, hicieron que incluso sus seres cercanos pensaran que había perdido la razón.

Martín fue la primera víctima real del sistema.

Y también la semilla de su caída.

Elías: la última pieza

Lo que el sistema no previó fue que Elías comenzaría a jugar también.

No como sujeto. No como observador.

Sino como jugador consciente.

Desde el primer cuento, él fue quien siguió las pistas.
Él quien se dejó atrapar solo para llegar al fondo.
Quien supo que ganar el juego no era sobrevivir… sino contarlo.

Cuando llegó al HUB, lo entendió todo. El sistema quería que eligiera entre dos opciones:

🟢 REVELAR ARCHIVO
🔴 BORRAR TODO

Pero eligió una tercera.

Antes de presionar nada, usó un puerto lateral para copiar el archivo y subirlo al mirror —una nube escondida que él y Martín usaban desde niños.

Luego, presionó “BORRAR TODO”.

Así logró escapar.

Pero también, guardar la verdad.

¿Qué había en el archivo final?

Una serie de grabaciones.
Momentos donde estudiantes fueron manipulados emocionalmente.
Montajes de desapariciones falsas.
Evaluaciones frías: “Posible candidato a intervención.” “Nivel de estrés aceptable.” “Observar respuesta frente al aislamiento.”

Y finalmente, una transmisión en vivo:

“Si estás viendo esto, ya formaste parte.
Si leíste las cartas, seguiste los movimientos, buscaste los nombres…
No eres espectador.
Eres cómplice.

Elías, desde su habitación, grabó su propio mensaje:

“Yo no puedo destruir el sistema.
Pero sí puedo compartirlo.
Porque toda vigilancia necesita un espejo.
Y ahora tú miras desde el otro lado.”

Epílogo

Días después, el archivo se filtró en redes anónimas.
Medios independientes lo llamaron “El expediente espejo.”
Nunca se encontró a los responsables.
Nadia desapareció. Rubén murió de un infarto una semana después.

Elías… ya no era Elías.

Ahora era una firma en foros oscuros, un susurro en los servidores donde otros sistemas emergen.
Y en cada mensaje, una misma advertencia:

“Nada se borra del todo.
Nada se observa sin ser visto.
Y tú, lector… has jugado también.”


🔐 PISTA FINAL
  1. ¿Qué tipo de persona eras al leer esto?
    ¿Pasivo? ¿Analítico? ¿Compasivo?
  2. ¿En qué momento empezaste a participar activamente?
    ¿Cuando resolviste un código? ¿Cuando desconfiabas de un personaje?
  3. ¿Harás algo con esta historia?
    ¿La compartirás? ¿La borrarás?
  4. ¿Vas a mirar… o a actuar?
HISTORIA COMPLETA
+BLOGLENTEJA
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