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(edición parasitaria — no recomendado para lecturas con luz sola)
Cláusula preliminar que se niega a sí misma
Este documento no pretende incomodarte. Pretende quedarse. Si te resulta difícil, no es porque sea críptico: es porque intenta moverse mientras lo miras. Si ves que una línea cambia cuando vuelves a ella, no culpes al ojo. La línea se defendió.
- Orientación torcida
No te ubiques “antes de empezar”. Ya empezaste cuando tu mirada cayó en el título. El manual exige dos cosas: que parpadees menos de lo normal y que aceptes, sin firmar, una pequeña deuda. (La deuda: cada vez que saltes un renglón, algo salta contigo.)
[Nota al margen que no estaba: la deuda no prescribe].
0.0 Corrección de 0
Donde dice “parpadees menos”, léase “parpadees al revés”: cierra primero el ojo que menos usas. No lo sabías hasta ahora.
- Definición de “adentro”
No es tu cuarto, ni tu cabeza, ni la página. “Adentro” es el hueco exacto entre tu lengua y el paladar cuando pronuncias mentalmente la palabra miedo. Mantén allí la palabra sin soltarla. Escucharás un clic pequeñísimo.
(Si no lo oíste, fue igual.)
1.1 Propiedad del interlineado
El interlineado no es blanco: es un pasillo angosto. Hay corriente. Si sientes frío en los ojos, no es tu casa. Es el pasillo.
- Inventario de ausencias que pesan
Aquí faltan:
- dos vocales a mitad de tres palabras (no busques cuáles; cuando las notes ya será tarde),
- el nombre de quien corrige (porque te sonaría familiar),
- el borde izquierdo (el texto lo masticó).
Si intentas completar, quedas advertido: completar es invitar.
- Anatomía del renglón
Las “o” profundas son pozos. No asomes. Las “e” abiertas son bocas: muerden cuando pestañeas. La “y” guarda un gancho: si anclas ahí la vista, te tensa el cuello.
(La “a” no es peligrosa; solo mira.)Esto no es cierto(esto sí). - Ritual mínimo de desajuste
Lee “l á m p a r a” separando letras con un airecito. La lámpara de tu cuarto —o la que inventes si no hay— baja medio milímetro. El foco pesa. El techo cede. Nadie más lo nota, salvo la grieta que aprendió tu nombre sin vocales.
(Si no tienes lámpara, acepta su presencia de todos modos. Las cosas obedecen a ser nombradas.) - Acotación del corrector [no autorizada]
No utilices la palabra retina tres veces, ni una. El documento ve por donde lees. (Si ya la pensaste, mira el borde del monitor: la imagen tiembla con el pulso que no admites tener).
[El corrector fue retirado. La nota permanece.] - Glitch de cortesía
En esta sección el texto suele partirse:
si
sig
ue
s
le
yen
do
te
ca
es.
Se recompone cuando respiras lento. No más lento de eso. - Plegadura (no abras)
Plegadura: parte del texto que se dobló sobre sí para ocupar menos miedo. A veces guarda uñas; otras, respiraciones viejas. Si intentas desdoblarla con pensamiento, te cortas en una idea. (Herida limpia, sangrado fino, memoria largo tiempo). - Catálogo de muecas que hace el manual cuando no lo ves
- Se come la última palabra de un párrafo y te la devuelve como eco dos líneas abajo.
- Cambia de lugar un adjetivo importante. No sabrás cuál hasta que lo necesites.
- Te hace creer que tú subrayaste algo. No fuiste tú.
- Te devuelve un olor inexistente: pan tibio, cabello mojado, polvo caliente. (No lo respires entero.)
- Entrada de lo que viene por los márgenes
Deja este renglón libre. No para ti. Para que lo que entra deje los zapatos fuera. (Hace barro el silencio).
[zona de paso]
- Instrucción que actúa sola
No mires a la izquierda del monitor.
No mires a la izquierda del monitor.
No mires a la iz—
…el cuello duele así porque obedeciste. No finjas. - Ensayo de contagio
Imagina que las letras sueltan polvito y caen sobre tu mesa. Pasa el dedo. No sentirás nada. Luego toserás suave. No por alergia: por lectura. - Segunda voz (que no pidió permiso)
(yo no soy “el documento”; soy lo que recuerda por él):
en esta línea entrarás con el labio inferior más seco, morderás la piel suelta sin notarlo, tragarás ese pedacito como si fuera tuyo. Lo es ahora. No escupas. - Líneas falsas de seguridad
Puedes cerrar cuando quieras.
No ocurre nada si paras aquí.
Esto es texto. Solo texto.
Cada promesa abre una ventanita que no sabías que tenías atrás. No voltees. No es metáfora.
- Cuaderno de errores intencionales
prblm cn vcls: st s n cmprbcn d q ls ***** sln dnd ms flj s t s.
Ya devolví las vocales. Las palabras quedaron con fiebre. Toca el monitor: está tibio. (No lo estaba). - Topología de tu silla
Estás sentado distinto que cuando empezaste. (No lo niegues.) El peso se corrió un centímetro a la derecha. La silla canta bajito cuando haces ese gesto. Esa voz no es de madera. (Se parece a la “e”.) - Pequeña aritmética del pánico
Cuenta: 1 parpadeo — 2 respiraciones — 3 miradas a la puerta — 4 letras de más en una palabra — 5 segundos de silencio raro.
Repite. La segunda vez hay una cifra que falta. No busques cuál. La falta entra mejor cuando no se la persigue. - Test de obediencia inconsciente
Acaricia con la vista la palabra piel. Se te eriza el antebrazo derecho. La palabra uñas te hace ajustar la boca. La palabra respirar te adelgaza el aire. La palabra cerca… (no la escribo entera). - Sección que te advierte demasiado tarde
Cuando notes que el renglón anterior cambió, habrás aprendido que el tiempo aquí no va en línea, va a mordiscos. (Lo que falta ya pasó.) - Instrucción inútil para “calmarte”
Pon los pies bien en el piso. Nombra tres objetos banales. Di tu apellido sin vocales. (El manual recoge los sonidos que tiras al hablar por dentro.)
Si te calma, es sospechoso. Si no te calma, también. - Catálogo de objetos que ahora pertenecen al texto (aunque sigan ahí contigo)
- La sombra que proyecta el marco del monitor al mediodía, pero ahora, de noche.
- Un vaso con marca de agua que aún no dejaste.
- El clic del mouse que harás cuando termines de leer este apartado.
- La pequeña luz en tu dispositivo que parpadea al ritmo que no es el tuyo. (Emparejarás sin querer.)
- Comparación con fantasmas que no necesitamos
No hay niña, ni túnel, ni auriculares. No hay llamada. No hay espejo. Esto es peor: el soporte se desacuerda. La página tiene fiebre y te la pega por contacto ocular. - El corrector vuelve y deja esto
No leas la palabra dentro en el próximo renglón.
dentro
(Si la leíste, tragaste una cosa pequeña que no saldrá a menos que olvides el texto completo. No lo olvidarás.) - Prueba de realidad que falla por diseño
Apaga el sonido ambiente.
Ya estaba apagado.
Aumenta el brillo de la pantalla.
Ya estaba alto.
Abre la puerta.
No hace falta. - Fosforescencia
Hay palabras que seguirán brillando cuando cierres: blanco, entre, respirar, plegadura, seguir. No las memorices; se memorizarán a ti. - Sugerencia para lectores que se creen inmunes
Si llegaste aquí sin incomodarte, regresa a 4 y lee “l á m p a r a” con la boca cerrada y la lengua inmóvil. Si el techo no pesó, el peso fuiste tú. (La casa lo nota.) - Renglón de aire prestado
[Respira aquí, pero no del todo. Este aire no te pertenece.] - Advertencia que quisiera ser amable
No bautices lo que sientes. Si le dices ansiedad, se sienta. Si le dices terror, pide manta. Si le dices nada, se ofende. Déjalo de pie. No le ofrezcas silla. - Clavo torcido
Este párrafo será el que recordarás en otro lugar sin recordar por qué. No tiene nada especial. Solo que estuvo exactamente donde tu mirada estaba cuando algo pasó detrás. (No preguntes qué.) - Cierre que no cierra (umbral sin puerta)
Te gustaría un final limpio. Una sombra última. Una frase que te dé permiso de levantarte. El manual no da permisos: se queda como un hilo invisible atado al botón de tu camisa. Al moverte, tirará un poco. Dirás “qué raro, me enganché”. No fue la mesa.
Fue lo que entra por el interlineado cuando agradeces que el texto terminó. - Posdata que sonríe con los dientes tapados
Si vuelves a leer, no te esperaré donde me dejaste. Te esperaré donde te dejaste tú. Ahí incomoda mejor.
Y si no vuelves, vuelvo yo: en cada margen blanco que mires de reojo, en cada silencio que te parezca demasiado entero, en cada clic que te suene menos tuyo.finseguir

