
Un abrazo cálido para las noches de otoño
Octubre se llena de aromas especiados, flores naranjas y platos que reconfortan el alma. La crema de calabaza es un clásico de temporada, pero aquí la llevamos más allá: le damos un toque picante con jengibre fresco y un final floral con pétalos de cempasúchil, la flor que ilumina nuestros altares y que también puede estar en nuestra mesa.
El resultado: un plato ligero, nutritivo, vegano y lleno de magia otoñal.
Ingredientes (para 4 porciones)
- 500 g de calabaza de castilla (pelada y en cubos)
- 1 papa mediana (para darle cremosidad)
- 1 cebolla blanca mediana
- 2 dientes de ajo
- 2 cm de jengibre fresco (o ½ cdita en polvo)
- 3 tazas de caldo de verduras casero
- 2 cdas de aceite de oliva
- 2 cdas de pétalos de cempasúchil (limpios y sin pesticidas)
- Sal y pimienta al gusto
- Semillas de calabaza tostadas (para decorar)
Preparación
- Sofrito de base: en una olla grande calienta el aceite de oliva. Sofríe la cebolla y el ajo picados hasta que estén dorados.
- Añade el jengibre: incorpora el jengibre rallado y cocina 1 minuto para liberar su aroma.
- Cocina la calabaza: agrega los cubos de calabaza y la papa. Revuelve para que se impregnen de los sabores.
- Agrega líquido: vierte el caldo de verduras y cocina a fuego medio durante 20 minutos, hasta que la calabaza y la papa estén suaves.
- Licúa: retira del fuego, deja enfriar un poco y licúa hasta obtener una crema tersa.
- Integra el cempasúchil: regresa la crema a la olla, añade los pétalos y cocina 3 minutos más a fuego bajo. Ajusta sal y pimienta.
- Sirve: decora con semillas de calabaza tostadas y, si quieres, unos pétalos frescos encima.
Tips Lenteja
- Si prefieres un sabor más exótico, añade un chorrito de leche de coco al final.
- Para una textura más ligera, sustituye la papa por zanahoria.
- Esta crema puede acompañarse con pan integral tostado o croutones caseros.
- Sirve en tazones rústicos para resaltar el ambiente otoñal.
La crema de calabaza y jengibre con cempasúchil es más que un plato: es un homenaje a la temporada de octubre, a nuestras tradiciones y al calor de la cocina casera. Cada cucharada lleva el sabor de la tierra y la memoria de las flores que acompañan esta época del año.

