C3: El Encuentro con lo Desconocido

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Luca se embarcaba en la tarea que le había encomendado Aelius. Armado con el amuleto antiguo, el joven se sumergió en la investigación de antiguos textos y grimorios que pudieran arrojar luz sobre la naturaleza de la grieta y el propósito de su misión.

En la biblioteca del pueblo, con estanterías crujientes y polvorientos tomos que contenían el conocimiento ancestral de Vallesol, Luca buscó respuestas. Cada palabra escrita hablaba de mitos y leyendas, de héroes que se alzaron contra la oscuridad, pero la verdadera naturaleza de la grieta permanecía velada en el misterio.

Mientras Luca se sumergía en los estudios, Vallesol no permanecía ajeno a la creciente amenaza. La grieta, como una herida abierta en la tierra, liberaba sombras que danzaban entre los árboles. Las criaturas extrañas emergían, seres que parecían sacados de pesadillas olvidadas. Las noches, una vez serenas, se tornaron en escenarios de caos y desconcierto.

Con el amuleto atado alrededor de su cuello, Luca se adentró en la noche oscura. La luz del amuleto destellaba en consonancia con la energía que fluía desde la grieta. En su camino, se encontró con los lugareños que, armados con antorchas y expresiones de miedo, se habían unido para enfrentar la amenaza.

—»Luca, ¿qué debemos hacer?» preguntó Marta, la dueña de la panadería, con ojos ansiosos.

El joven, mirando la grieta que resonaba con la oscuridad, comprendió la magnitud de su tarea. Respiró hondo antes de responder.

—»Debemos cerrar la grieta antes de que la oscuridad se desborde por completo. Aelius me confió esta tarea, y no podemos fallar», declaró Luca, con una determinación que irradiaba confianza en medio de la incertidumbre.

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Con el pueblo detrás de él, Luca se acercó a la grieta, el amuleto vibrando en armonía con la energía que emanaba del portal dimensional. Fue entonces cuando las criaturas extrañas, grotescas y deformes, salieron de las sombras. La lucha era inevitable.

—»¡Mantengan la línea! ¡Luca, cierra esa grieta!» gritó Pedro, el anciano del pueblo, blandiendo una antorcha contra las criaturas que se abalanzaban.

Luca se sumió en una batalla feroz, el amuleto actuando como un escudo contra las criaturas que se resistían a la luz. Cada destello del amuleto era como un destello de esperanza en la oscuridad que amenazaba con engullir Vallesol.

—»¡Ahora, Luca, usa el amuleto!» instó Aelius, que apareció en la periferia de la lucha, su figura arrastrando consigo un aura de antigüedad.

Con determinación, Luca levantó el amuleto, canalizando su energía hacia la grieta. La luz del artefacto se intensificó, envolviendo la grieta en un resplandor brillante. La tierra tembló, pero la fuerza oscura retrocedió ante la luz del amuleto. La grieta se cerró lentamente, como si la realidad misma cosiera las fisuras entre dimensiones.

Vallesol, después de una noche de caos, despertó con la calma renovada. Luca, con el amuleto aún en mano, observó cómo las criaturas desvanecían en la nada. La lucha contra lo desconocido había concluido, al menos por el momento.

Aelius se acercó a Luca, sus ojos brillando con agradecimiento.

—»Has demostrado tu valía, Luca. Pero la oscuridad siempre buscará entrar. Tu tarea no ha terminado; Vallesol necesitará tu coraje en las batallas que aún están por venir», advirtió el anciano sabio.

Luca asintió, consciente de que la tormenta había pasado, pero el horizonte aún estaba marcado por sombras que acechaban. La grieta había sido cerrada, pero su historia en Vallesol apenas comenzaba.

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