C3: Te Amo

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Alejandro seguía ido, absorbido por todos los pensamientos de lo que había hecho y lo que vendría después, vagando entre los escenarios de su ruptura e imaginando a Mateo en otros brazos, cada pensamiento era más intenso que el anterior, pero de pronto, comenzó a escuchar nuevamente las gotas de lluvia que golpeaban contra los cristales, poco a poco el sonido se hizo más fuerte cuando de pronto….

— ¡Alejandro! ¡Ayuda! — gritaba Mateo desde lejos…

—Mateo, por favor, aguanta… la ambulancia está en camino —susurró Alejandro, mientras tomaba la mano fría de su pareja.

Mateo, con el rostro pálido y sudoroso, giró la cabeza hacia Alejandro, intentando esbozar una débil sonrisa.

—Alejandro… necesito… que sepas algo… —la voz de Mateo era un hilo, apenas audible sobre el sonido de la lluvia.

—No hables, Mateo, guarda tus fuerzas —dijo Alejandro, presionando la mano de Mateo contra su pecho, sintiendo el temblor de su piel.

—Es importante… —Mateo tosió débilmente, luchando por continuar—. La conversación… que escuchaste. No era… lo que pensabas.

Alejandro se inclinó más, su corazón latiendo frenéticamente, temiendo las palabras pero necesitando escucharlas.

—Estábamos planeando… una sorpresa… para ti —cada palabra costaba a Mateo un esfuerzo sobrehumano—. Una fiesta… por nuestro aniversario. Quería… que fuera perfecto…

Las palabras golpearon a Alejandro como un puñetazo. El veneno de la culpa se mezclaba ahora con el veneno real que había administrado a Mateo.

—Oh, Dios… Mateo, lo siento, pensé… pensé que me traicionabas. Puse acónito en tu té… no sabía qué hacer, estaba cegado por el miedo —las palabras brotaban de Alejandro en un torrente de desesperación y remordimiento que podían parecer demasiadas para ser pronunciadas en orden y con sentido.

La expresión de Mateo cambió, el dolor y la incredulidad se reflejaban en sus ojos debilitados.

—Alejandro… ¿por qué? —su voz era apenas un susurro, la confusión y el dolor tallados en cada sílaba.

—Perdóname, por favor, perdóname —Alejandro sollozaba, las lágrimas corriendo por sus mejillas, la desesperación ahogando su voz.

Mateo intentó apretar la mano de Alejandro, su gesto de perdón a pesar del veneno que le quemaba por dentro.

—Te… amo… —fueron las últimas palabras que Mateo logró susurrar antes de que saliera su último aliento y su cuerpo se relajara, la vida dejándolo lentamente.

—¡Mateo! ¡No! —Alejandro gritó, sacudiendo suavemente a Mateo, negándose a aceptar lo que sus ojos veían. Pero no había respuesta; Mateo había partido, dejando a Alejandro en el piso con su cuerpo entre sus brazos.

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El sonido de sirenas finalmente rompió la quietud de la noche, y pronto el lugar se llenó con paramédicos que rápidamente se movieron hacia Mateo. Alejandro se hizo a un lado, observando mecánicamente mientras intentaban reanimar a su amado, sabiendo que era demasiado tarde.

—Señor, ¿puede decirnos qué ha pasado aquí? —uno de los paramédicos se acercó a Alejandro después de varios intentos infructuosos de reanimación.

—Yo…acónito… fue un… accidente, pensé… traicionando —la voz de Alejandro era un murmullo quebrado, sus palabras apenas comprensibles entre sollozos solo daban más dudas.

Los paramédicos intercambiaron miradas graves. Uno de ellos se quedó para consolar a Alejandro mientras el otro salía para llamar a la policía.

En los días siguientes, la vida de Alejandro se convirtió en un torbellino de interrogatorios y acusaciones. Aunque explicó la situación, la tragedia de un malentendido fatal lo persiguió, atrapándolo en una red de culpa legal y emocional.

La casa en Valverde, una vez llena de risas y planes compartidos, ahora resonaba sola con el eco de un amor perdido y un error irreparable. Alejandro pasaba sus días entre visitas al abogado y largas noches en vela, atormentado por la imagen de Mateo y por las palabras que nunca podría retractar.

En su desesperación y aislamiento, Alejandro comenzó a perderse en sus pensamientos, hablando a menudo en voz alta con el Mateo que ya no estaba allí, buscando perdón en las sombras de la noche.

—Mateo, mi amor, ¿cómo pude haberte hecho esto? ¿Cómo podré vivir conmigo mismo?

Pero sólo el silencio respondía.

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2 respuestas a “C3: Te Amo”

  1. Avatar de fferfernandez199

    ¡no me puedes hacer esto! Johan por favor ya escribe cosas bonitas, me tienes llorando con esta historia ¿tendrá otro capítulo?

    Me gusta

  2. Avatar de elvira797mx

    Impresionante…

    Me gusta

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